Tenis Federer

Por ahora, Wawrinek y Lüthi no tienen más remedio que mirar hacia arriba. Lo que ocurre en el rectángulo de hormigón ya no es una rutina. Ace. Roger Federer gana el partido en cuatro golpes.
A diez metros, espera en un banco, cuidadosamente forrado con toallas para que cada cambio de lado sea lo más cómodo posible y nada perturbe su sinfonía de tenis. Luthi, su entrenador, sonríe con una deliciosa mueca mientras mira el marcador. Mirka, la mujer de Roger, está encantada.
Robert Federer, ajeno a lo que hace su hijo, grita de ánimo y aplaude. Federer envía la pelota por encima de la red a su rival. A Juan Mónaco. El argentino no utiliza toallas para cubrir su silla y tiene todo lo que necesita en una bolsa de cohetes. La noche ofreció bofetada tras bofetada a Mónaco, que sólo sonrió cuando Federer iba ganando 6-1 y 5-2.
Era la una menos cuarto de la noche cuando por fin consiguió con un drop shot y una derecha arrebatarle un punto a su implacable rival. Apenas. Vestido completamente de negro, incluso la cinta de la cabeza, estaba claro que el suizo estaba allí para enterrar cualquier esperanza del argentino en este partido que terminó después de una hora en la mañana del 6 de septiembre de 2011.
El 6-1, 6-2 y 6-0 final no dejó lugar a dudas. Tras el partido y antes de su entrevista con Brad Gilbert, Federer luce en su muñeca izquierda un reloj patrocinado por la marca. Tiene el control. “Tengo la suerte de poder decir que he jugado con dos de los mejores jugadores de la historia en sus mejores momentos.
Dos partidos en los que me sorprendió la diferencia de nivel y ni siquiera jugó mal. Han pasado algunos años desde esos dos tiros y Mónaco -un gran amigo de Nadal- encuentra el lado positivo. Incluso con cuatro aces seguidos, Federer lo consiguió. “¿Qué quieres que haga? Nada, me lo tomé con gracia, me divertí. El tipo lo hace tan perfectamente, ¿Qué se puede hacer? Sólo puedo felicitarle”. “He jugado contra Federer con ese talento, ese tenis perfecto, ese saque y esa red, ese slice…… Cosas que Rafael no tiene. Y jugué contra el otro extremo, Rafa, el jugador que te hace sentir que es imposible ganar un punto, que tiene esa tenacidad, esa euforia, ese gri…… “De diferentes maneras, ambos logran el mismo objetivo. Son demasiado grandes con las virtudes que tienen, las utilizan al cien por cien y las combinan con el trabajo. Y así es como consiguen algo espectacular”.
